Adoro a la gente en gabardina.
Es una pasión que desconocía porque no acostumbro a ver esta prenda en los círculos que me muevo. Puede que esos ámbitos sean demasiado cálidos, demasiado fríos o demasiado chic (lo dudo bastante) para llevar gabardinas, pero el caso es que esta cazadorilla tres cuartos digna del título honorífico a “prenda de entretiempo sin mayor utilidad” ha llegado este invierno a mi vida para conquistarme.